En el 2013 se preveía para México un auge económico considerable, se hablaba de porcentajes arriba del 3%. En el 2012, Mauricio Muñoz, director de comercio de HSBC afirmaba que México crecería a un ritmo mayor al del resto del mundo en los próximos años, situación que no se reflejó en la realidad.
En el 2010, México fue responsable del 2.1 por ciento del comercio internacional mundial. El Pronóstico anticipaba que el comercio exterior de México continuaría creciendo sustancialmente, especialmente a corto plazo, a niveles mayores que la media mundial.
“Este porcentaje se incrementará a 5.61 por ciento entre 2017 y 2021, y en consecuencia el crecimiento indexado será de 102.04 por ciento hacia 2026, tomando como base 2011, estableció un análisis sobre comercio internacional realizado por HSBC.” (Reus, 2012).
A principios de este 2017 se presentó una turbulencia financiera, influenciada en gran medida por el “gasolinazo”. Sin embargo, el PIB tuvo un incremento del 2.3% en el primer semestre, comparado con el 2,4% del año pasado en el mismo período.
La capacidad productiva no presenta mejoría, ya que no ha podido superar el 22% del coeficiente de inversión del 2012. Tomando en cuenta a la inflación, estará casi al doble del 3% pronosticado.
A nivel doméstico, la mayor incertidumbre se presenta con las elecciones para presidente en el 2018, si llegará al poder un gobierno con enfoque anti-mercado y radical o populista, el país quedaría expuesto y vulnerable a situaciones de descontento y problemas con otros países. Habría desequilibrio fiscal y pérdida de credibilidad en el manejo de la macroeconomía.
En el plano foráneo, los dos principales riesgos a considerar son el probable rompimiento del TLCAN con la consecuente incertidumbre y el debilitamiento de la economía mexicana en el corto y mediano plazos, también se debe considerar una desaceleración de la economía de Estados Unidos de Norteamérica, propiciada por la inestabilidad de su actual líder.
El Banco de México ha tenido que incrementar hasta en tres ocasiones las tasas de interés a lo largo de este año, con el propósito de contrarrestar la continua depreciación de nuestra moneda y evitar así que se dispare la inflación y se presente una devaluación importante del peso.
En el mejor de los escenarios, se pronostica que nuestra economía no crecerá en el lapso de este año y el siguiente, a menos que empiecen a rendir frutos las reformas estructurales y se llegue a una buena renegociación del tratado de libre comercio con Canadá y Estados Unidos.
El economista Alfredo Coutiño, director para América Latina en Moody’s Analytics pronostica que la economía nacional crecerá un 2% en el presente año, aumentando a un 2.5% en el 2018 y desacelerándose a 1.5% en el 2019 debido al cambio de poderes y a largo plazo aumentará un promedio entre 3% y 3.5% anual.
Para que México siga inmerso en el plano de la globalización y firmando tratados de libre comercio, y con la particularidad de no presentar desventajas respecto a otros países, es necesario e indispensable que dejemos de ser un país emergente y que entremos de lleno al primer mundo.
Esta situación podrá cristalizarse en la medida que nuestro país deje de ser un exportador de materia prima e insumos no industrializados, como sucede actualmente con el gas natural, el petróleo y los alimentos, industrializados.
Para ser competitivo a nivel internacional, México debe apostar a la educación y la investigación, debe evitar a toda costa la fuga de cerebros por falta de apoyos. La investigación no necesariamente debe centrarse en las ciencias exactas y naturales, también se deben generar investigadores de calidad en los ámbitos social, cultural y económico.
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